Julieta
Desde niña la acusaron de coqueta, su principal pecado, era, decían, la belleza; y es que mareaba el brillo de sus ojos; y enamoraban los saltos de sus cejas; sus manos eran palomas hacendosas, la fila de sus dientes, eran perlas, cimbreaba el palpitar de su cintura y enloquecía la ruta interminable de sus piernas. Su nombre, por otra parte, también hablaba de romance, no en balde era evocador y lleno de reminiscencias La ame en silencio muchos años; para ella coleccioné paciente cientos de versos y de estrellas Amaba verla deslizarse por las calles con cadencioso caminar y porte majestuoso de princesa Beatas y mediocres la acusaron de liviana, tejieron a su entorno, mil leyendas, la gente la empezó a mirar con desconfianza; surgieron las hablillas, que duelen y que alejan. Un día la mire partir, como las aves, que buscan otros lares y que vuelan, dejé de oír el rítmico vaivén de sus tacones, ya no aspiré su aroma, tapizado de violetas... Era muy jov