Ni Como Negarlo...
Algunas personas creen que por tener ciertas convicciones o por ser amigo de alguien, uno está obligado a la complicidad y al silencio y a no mencionar lo que a todas luces se ve. Cuando uno lo hace, se sienten ofendidos y traicionados. Esta clase de gente no son demócratas, sino los más grandes hipócritas, que contribuyen a hacer de la arena política el cochinero que realmente es.
No les gusta a los panistas, pero el ayuntamiento que preside Renán Barrera es un nido de corrupción y un compendio de todos los vicios que en materia de administración pública existen. Prueba de ello es lo acontecido en lo referente al carnaval, para empezar las cosas comenzaron mal cuando el cambio de sede se realizó de espaldas a la ciudadanía y en función de intereses económicos poco claros.
Las cosas siguieron mal, cuando las festividades se pusieron en manos de Ermilo Echeverría Espinoza, favoreciéndose indebidamente a su empresa con la elaboración de carros alegóricos dey a quien el municipio otorgó autorización para hacer y deshacer. El escándalo continuó cuando en polémica sesión el cabildo determinó otorgar dos millones de dólares para la organización de las actividades, cantidad absolutamente desmesurada si tomamos en cuenta que el gobierno del estado cedió las instalaciones de la Feria de Xmatkuil de manera completamente gratuita y que el ayuntamiento de Mérida no invirtió en poner un tornillo.
¿Para que destinar tantos recursos, urgentes para otros rubros a un evento autosustentable por definición? Seguimos preguntándonos, habida cuenta que las empresas participantes costean la elaboración de sus carros alegóricos y la indumentaria de los integrantes de sus comparsas (en el peor de los casos, son sus miembros quienes los costean), se obtienen ingresos por concepto de venta y renta de asientos y palcos, por concepto de autorizaciones para instalar puestos de venta de antojitos, refrescos y cerveza, sin mencionar las cantidades que de manera legal o no, otorgan las cerveceras para este efecto. Todo es negocio, todo es ganancia.
Debido que al determinarse de manera unilateral llevar el evento a una sede tan distante de la acostumbrada, se ponía en riesgo tener una buena asistencia, el ayuntamiento anunció que la ciudadanía contaría con transporte gratuito hasta las instalaciones del carnaval. Pero tal gratuidad era una falacia. En realidad se sabe que se erogaron más de dos millones de pesos para este efecto, por supuesto sin mediar licitación alguna al respecto.
Asimismo, lo que se había asegurado sería similar a Disneylandia, se asemejó mas a una feria de pueblo, con lo que la afluencia de gente fue sensiblemente menor a la habitual, teniendo que recurrir el ayuntamiento a medidas desesperadas como acarrear gente de municipios cercanos, ofreciendo transporte sin costo y obligando a los trabajadores del municipio a asistir. Lo anterior, pudo probarse a través de un oficio girado por el oficial mayor, Mario Martínez Laviada a los directores y jefes de departamento. La autenticidad de dicho documento, repudiado por los propios funcionarios municipales, fue admitida por el propio ayuntamiento, que tuvo el cinismo y el descaro de expresar que no implicaba coerción, sino que era un simple exhorto.
Las irregularidades en las carnestolendas prosiguieron al contratarse artistas a través de un ilustre desconocido, a precios notoriamente por encima de los que son comunes a la actuación de dichos artistas. Lo anterior se sabe a través de información otorgada por la propia unidad de acceso a la información del ayuntamiento.
El comité organizador del carnaval contaba con un plazo que vencía el día 5 de abril para presentar las cuentas concernientes a una actividad, que si hacemos caso a la cifra de asistentes proporcionada por el municipio (850,000 personas), se constituyó en un éxito en todos los aspectos, particularmente en el económico, toda vez que estimando que cada asistente hubiera erogado cien pesos, el éxito debió ser clamoroso y las arcas municipales debían estar atestadas de recursos. Empero, el comité no cumplió con su obligación, se dice por estar buscando desesperadamente facturas que hagan cuadrar los números y por tanto, el éxito económico también se esfumó.
Más de un mes tuvo el comité organizador del carnaval para entregar cuentas. Partiendo de los postulados del alcalde de que esta es una administración eficiente, ordenada y honesta, no debía de existir problema alguno para entregar las cuentas en tiempo y forma, ¿Qué pasa entonces? la tardanza nos obliga a sospechar y a elucubrar las peores suposiciones...
Por analogía de razón inferimos que si en las cuentas del carnaval existen irregularidades, obviamente en las finanzas municipales también las hay y con el mismo criterio colegimos que si en las cuentas del carnaval hay corruptelas, en las finanzas del municipio también.
Los panistas uncidos a la ubre municipal enfurecen cada vez que la moralidad de la administración en turno es puesta en tela de juicio, pero no aportan elementos capaces de rebatir semejantes presunciones. El alcalde fiel a sus tácticas de victimización no deja de achacar todo al golpeteo político, pero tampoco es capaz de esgrimir argumentos que demuestren que las cosas son como afirma. Que lejos están los días en los que el ayuntamiento de Mérida publicaba a diario las cifras de la cuenta pública, sometiéndola cotidianamente al mejor veredicto, que es el escrutinio del pueblo, si don Víctor Manuel Correa Rachó viviera, se vuelve a morir de la vergüenza que le provocarían las ilegalidades, arbitrariedades y corruptelas cometidas con el membrete de la bandera que enarboló; y lo peor de todo, es que se trata de un ayuntamiento asesorado por su propio hijo. Buen regaño tendría que darle doña Sarita, aunque ya no sea en público. El ayuntamiento de Mérida es el más corrupto de Yucatán, ni como negarlo...
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