Otoño
En el otoño, Dios siente nostalgia
y con vocación de artista,
pinta de gris las nubes
y mañanas.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y por eso, enfría el clima
y manda llover con ritmo diferente,
cual si las gotas fueran lágrimas.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y nos llena el alma con una sensación distinta;
la soledad nos sabe rara,
la voz vacila,
se nos quiebran las palabras,
paralizan los sentidos
y queda un nudo en la garganta.
En el otoño, Dios siente nostalgia
nos dan ganas de oír tangos y boleros,
de recordar cosas pasadas;
evocar los besos recibidos
y caricias propinadas.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y nos mueve a recobrar distancias,
a volver la vista hacia las horas
que dejamos tras la espalda,
a valorar ausencias
y acercar huellas lejanas.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y la muerte es una sombra
que se asoma a espantar por la ventana,
el horizonte se infecta de tristeza,
hasta que un golpe de oscuridad
llega al corazón, que se desangra.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y el mundo tiembla de terror,
pues entretiene su fastidio
dejando libres melancolías y fantasmas...
y con vocación de artista,
pinta de gris las nubes
y mañanas.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y por eso, enfría el clima
y manda llover con ritmo diferente,
cual si las gotas fueran lágrimas.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y nos llena el alma con una sensación distinta;
la soledad nos sabe rara,
la voz vacila,
se nos quiebran las palabras,
paralizan los sentidos
y queda un nudo en la garganta.
En el otoño, Dios siente nostalgia
nos dan ganas de oír tangos y boleros,
de recordar cosas pasadas;
evocar los besos recibidos
y caricias propinadas.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y nos mueve a recobrar distancias,
a volver la vista hacia las horas
que dejamos tras la espalda,
a valorar ausencias
y acercar huellas lejanas.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y la muerte es una sombra
que se asoma a espantar por la ventana,
el horizonte se infecta de tristeza,
hasta que un golpe de oscuridad
llega al corazón, que se desangra.
En el otoño, Dios siente nostalgia
y el mundo tiembla de terror,
pues entretiene su fastidio
dejando libres melancolías y fantasmas...
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