El Peor De Todos...
Los panegiristas de Renán Barrera pueden tildarnos de muchas cosas, pueden acusarnos de otras tantas más, pero hay algo que jamás conseguirán: llamarnos mentirosos... y mire que repetidamente lo intentaron, que trataron de desvirtuar nuestras afirmaciones. Pero como traen la fuerza de la razón y el peso de la realidad, nuestros asertos han terminado por imponerse y ahora se limitan a callar, a voltear a otro lado, a mascullar en voz baja y a lo más, a tratar de traer a colación el pasado para intentar desviar la atención, pero todo es inútil, de nada les sirve, la realidad es inobjetable.
Renán Barrera es y con hechos lo ha puesto de manifiesto, mentiroso, inepto, corrupto y ahora para terminar de amolarla, represor. El alcalde de nuestra ciudad va de mal en peor.
El coro de sus cortesanos y aplaudidores ha podido encontrar excusas y pretextos para muchas cosas. Ha recurrido a la táctica afeminada del lloriqueo para justificar la inactividad y hasta la ineptitud del alcalde. De manera increíble, a estas alturas del partido, sigue echando mano de la manida táctica de culpar de todos los males a la administración anterior, aunque no se percaten que ya nadie les cree y solo queda en evidencia su notoria incapacidad, pero en fin, así son felices. Podemos tener un alcalde inepto, incapaz, al que la altura de sus responsabilidades le ha quedado muy grande. Ni hablar, es uno de los riesgos de la democracia y una de las consecuencias de las agresivas campañas publicitarias que en la era moderna se llevan a cabo en el ámbito electoral, presentando a alguien como la encarnación de todas las virtudes y la solución viviente y cuasi milagrosa a cualquier desgracia que nos aqueje. Ni hablar, los electores a veces, en el ánimo de cambiar de la noche a la mañana el orden de cosas prevaleciente, a veces nos la creemos y cometemos la estupidez de suponer que existen los candidatos-milagro, que lo mismo que los productos que prometen soluciones inmediatas para bajar de peso, curar el resfriado, el pie de atleta, las agruras o cualquier otro problema de este tipo, son lisa y llanamente, un completo fraude. Lo mismo pasa con los candidatos. Así que podemos tener un alcalde inepto y no pasa nada, es nuestra responsabilidad: fallamos y hay que aceptarlo...
Lo mismo sucede en lo que concierne al hecho que Renán Barrera sea un mentiroso irredento, un hombre sin honor, que no sabe dar cumplimiento a la palabra empeñada. Es un riesgo latente que el político que mucho promete, cumpla poco. Ni modo, los ciudadanos corrimos el riesgo, elegimos y fallamos y debemos aceptar que nuestro primer edil tiene una boca más grande que la calle sesenta. Podemos pasar por alto que Renán sea mentiroso y debemos aguantarnos de algún modo. Es un mal que nosotros escogimos y pedimos.
En cuanto a la corrupción, ocurre algo similar, debido a que lo hicimos nuestra alternativa, pese a las luces de alarma y a las voces que nos indicaban y nos advertían de los riesgos y a las que no hicimos caso. Sus negocios y cochupos son consecuencia de nuestra mala decisión y si Renán encuentra en cada área la más mínima oportunidad de hacer transas y negocios sucios, pues ni hablar, hay que apechugar y entender que la regamos y encontrar las vías y canales legales idóneos para hacerle responder por sus actos y que entienda que el poder no es para siempre...
Pero en cuanto permitir al presidente municipal pasar por encima de la dignidad de los meridanos, consentir que los agreda y que provoque desasosiego en su modo de vida, debido a sus complejos que lo llevan a pensar que es sagrado e incuestionable y que nadie tiene derecho a increparlo y manifestarle su descontento, eso es otra cosa.
Un gobernante que maltrata, persigue y reprime a su pueblo es un mal que los ciudadanos no estamos obligados a tolerar desde ningún punto de vista. Santo Tomás dice que asiste al pueblo el derecho sagrado y legítimo de resistir, combatirlo y deponerlo y el marco legal moderno considera otras alternativas, que van desde la revocación de mandato, hasta el juicio político. Lo que llama la atención es que aquellas instancias encargadas de pedirle cuentas a Renán Barrera, guardan absoluto silencio. Sorprende que aquellos que tendrían interés y a los que convendría despertar y movilizar a la ciudadanía, permanecen inmóviles y sin hacer nada. Pero un alcalde represor, por mucho que hallamos fallado invistiéndolo como autoridad, es un mal que no estamos obligados a tolerar y que más aún, debemos combatir por todos los medios que tengamos al alcance. Los meridanos debemos despertar y salir de nuestra modorra, antes que suceda algo que nos haga lamentarnos. Los tipos como Renán Barrera, sin sensibilidad social, sin oficio político, ni capacidad de negociación solo saben reprimir y acallar y las demandas contra los vecinos de la Melitón Salazar son claro ejemplo. Urge ponerle un hasta aquí, antes que sea tarde.
Indudablemente entre los alcaldes de esta ciudad, emanados del Partido de Acción Nacional, ha habido de todo, como en botica: desde excelentes elementos, hasta mediocres en el mayor de los tonos de los grises, hasta llegar a los pésimos, entre los que destaca Renán Barrera por méritos propios. Indudablemente es el peor de todos los tiempos. Lo único bueno, es que después de semejante desgracia, ya nada ni nadie puede ser peor. De nosotros depende, saber elegir. Ya cada vez falta menos tiempo...
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