Luis Jorge Montalvo Duarte, el CHANGOLEÓN yucateco; su hipocresía, su nepotismo y sus traiciones

Luis Jorge Montalvo Duarte, el changoleón yucateco, es un claro ejemplo del oportunismo político y de la manera en la que un cargo, te puede cambiar la vida.
Hasta hace unos años, era parte de un semanario político quebrado, por su pésimo manejo editorial y político, a pesar de todo el dinero que de manera inicial invirtiera Alejandro Patrón Laviada, comprando vehículos, un gran servidor, equipo de cómputo y hasta celulares para los trabajadores. Todo lo llevó a pique, un colectivo que jugaba al periodismo, sin ninguna experiencia en la materia.
Cabe aclarar que el ya famoso Changoleón yucateco, es aprendiz de todo y oficial de nada. Tuvo una tienda que también quebró, a pesar de venderle a clientes como doña Aurora Payán, propietaria de Aurorita, pero su ineficiencia administrativa, lo llevó al fracaso.
Es menester comentar que Changoleón acostumbra morder la mano que se le tiende. Cuando estaba muerto de hambre, en un periódico semanal quebrado, le ofrecieron una subdirección en servicios públicos municipales (la realidad es que Changoleón la consiguió a base de lambisconear e inspirar pena, llorando su miseria) y ello le cambió la vida.

Pero además de malagradecido, lambiscón y traidor, Changoleón también es muy ambicioso. Ya habiamos mencionado que estaba muerto de hambre, vivía en casa rentada, debía las colegiaturas y ni auto tenía, pues bien, las cosas han cambiado radicalmente, gracias a la politica, donde Changoleón se ha despachado con la cuchara grande.
Nombrado director del IDEFEEY, por Mauricio Vila, se ha apresurado a hacer, nos comentan empleados de la dependencia que solicitaron el anonimato, cuantiosos bisnes, a base de inflar facturas y de otorgar adjudicaciones directas a amigos y familiares, tal cual ha hecho con su yerno, Juan Carlos Acosta Paz, esposo de su hija Claudiana, al que indebidamente ha favorecido, asignándole obra. En la institución todo mundo sabe que su yerno está construyendo, gracias a los malos manejos y el favoritismo de su suegro. Por cierto, Juan Carlos no se caracteriza por la austeridad de su estilo de vida. 
Changoleón también compró, según nos informan nuestras fuentes, debido a su reciente bonanza, tres lotes en un exclusivo fraccionamiento, ubicado por el rumbo de Vonkal. Después de no tener ni donde caerse muerto, hasta terrateniente resultó. 
También le acaba de comprar un Mazda a su hija más chica, un convertible, vehículo que no creemos sea barato y que hace contraste con su posición hasta hace no mucho, en que carecía de vehículo y conducía un viejo tsuru, del fracasado semanario donde laboraba. 
De igual modo, nos indican que tiene un rancho, con 300 cabezas de ganado. No olvidemos que Changoleón no se tituló como veterinario, a pesar de que le gusta ser llamado doctor. Irónicamente tampoco es ingeniero y está a cargo de una dependencia encargada de construir y dar mantenimiento a inmuebles. 
Para finalizar, nos comentan nuestras fuentes, que Changoleón está que trina con la anunciada fusión de dependencias, que dio a conocer Mauricio Vila, porque aunque no perderá la chamba, será reducido a la categoría de chalán (ya no será director general) y lo peor, es que se le terminarán los bisnes, porque ya no podrá adjudicar directamente obras a su yerno y amigos. 
Esta es la calidad moral de los funcionarios del gobierno que encabeza Mauricio Vila. No cabe duda, Yucatán merece más. 
Seguimos pendientes... 

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