Cara a Cara Con Renán

Lo que hemos escrito, no obedece como algunos suponen, a cuestiones mezquinas o intereses personales. No se reduce al aspecto simplista de obtener un empleo. Poco me conocen quienes aseveren semejante dislate. Va mucho más allá: se refiere al bienestar de la ciudad y de sus habitantes. Si tuviera que pedir, lo que solicitara para M{erida, quiza fuera demasiado y lo que obtuviera para mí, demasiado poco... Pero no es ese el punto. Anteriormente he sostenido que el gobierno de Renán Barrera es un régimen mendaz, simulador, ineficiente, bueno para el lloriqueo y pésimo para la operación, que beneficia a unos cuantos e ignora a la mayoría. Curiosamente esta opinión es compartida por infinidad de panistas en voz baja, sea porque dependen del presupuesto y temen verse afectados en su empleo, o sea porque carecen de la hombría suficiente para dar la cara y hacer notar esto al alcalde, temerosos de ser tildados de traidores. Pero como yo no soy ni panista, ni militante de ningún partido político, sino tan solo un ciudadano que busca lo mejor para los suyos, a pesar de la incomprensión, pues no temo nada, ni a nadie... Soy un hombre que cree que las cosas deben decirse de frente, que nunca hay que formular crítica que no pueda ser firmada o defendida incluso ante un tribunal. Por eso mismo no utilizo seudónimos, ni personalidades alternas en redes sociales o medios de comunicación. Lo que yo quiero decir, lo firmo con mi nombre, que es de sobra conocido. En mérito de lo anterior, es que discurrí que los meridanos externáramos a Renán Barrera el día del informe, nuestra inconformidad y nuestro repudio, al modo como el ayuntamiento es manejado y para ello, convoqué a otras voces, que de manera pública y notoria, han externado su insatisfacción: Marta Montero, Alejandro Abud, José Ayala, Juan Antonio Ongay. Con diversos motivos o sin ellos, la propuesta fue declinada, pero ello no fue óbice para desistir del empeño. Y determiné esto, porque era importante que alguien tuviera el valor de hacerle notar a Renán Barrera que no es cierto que los meridanos estamos felices con su administración, que no tiene de su lado a toda la sociedad civil como presume y que tampoco las cosas en la ciudad se encuentran en el estado que se dice. Por eso decidí hacer patente mi inconformidad, a despecho de los riesgos que esto implicaba y que a otros amedrentaron, sabedor de que Renán carece de talento, tanto como para gobernar, como para ordenar una medida de fuerza, ya no digamos un acto represivo o criminal. Debo manifestar, en honor a la verdad, que recibí invitación para acudir al informe y que acudí valiéndome tanto del llamado de índole nominativa, como aprovechando mi calidad periodística. Me pareció de buena guerra, toda vez que no implicaba la comisión de actos indignos, ni de índole ilegal. Preparé algunas pancartas en cartulinas que coloqué en una carpeta y acudí, posicionándome frente al alcalde y sin saber que en el evento, también estaría presente Rolando. Mención aparte, debo hacer de la grata sorpresa que implicó su asistencia, por el mensaje de sencillez y humildad que esto significaba y comprobar que a la andanada de majaderías y fanfarronadas que le soltaron, supo responder con cortesía, no perdiendo la ecuanimidad, quedándose concluido el acto y además, anunciando posteriormente obra pública para Mérida. Una verdadera bofetada con guante blanco, una auténtica lección de política impartida a Renán y conste que no soy fan, ni promotor de la figura del gobernador, pero ni regalo elogios con liberalidad de millonario, pero tampoco los escatimo cuando es menester. Así pues, tomé posición donde consideré que inevitablemente Renán tendría que verme, fui respetuoso del protocolo y sobre todo de la investidura de los asistentes, de modo tal, que con pleno respeto, pero también en pleno ejercicio de mi libertad de expresión, procedí a manifestar mi desacuerdo, desplegando mis pancartas. Debo manifestar que disfruté enormemente el pánico que desaté, al entrar en la historia y ser el primer ciudadano en reprobar públicamente la gestión de un alcalde, en evento semejante, Renán veía con angustia el resplandor de los flashes de las cámaras, sus asistentes estaban desconcertados y no acertaban a hacer nada, la gente volteaba a ver las consignas plasmadas. Mi actitud era de silencio, para respetar el entorno y para hacerme menos susceptible a los ataques que sabía recibiría al momento. En efecto, una catarata de insultos y descalificaciones partió de los integrantes de los consejos de participación ciudadana, debidamente amaestrados para aplaudir al alcalde o defenderlo. Al fin alguien atinó a proceder como antes criticaban los panistas, mandando apagar la luz, pero el daño ya estaba hecho: Renán subió a hablar perturbado, titubeante, el tartajeo delataba su nerviosismo... Lo anterior, amén de que tampoco es un émulo de Demóstenes en la tribuna. La fiesta se había aguado. Parafraseando al Quijote, se antojaba apostrofar al alcalde: Non fuyades cobarde, que es un solo hombre el que os acomete... Procedí a retirarme. Había cumplido mi deber de amor para con Mérida y sus habitantes y enviado el mensaje a Renán Barrera de que el hacha de guerra ha sido desenterrada y no habrá cuartel, en tanto no rectifique y modifique el rumbo de su gobierno, haciendo del apego a la legalidad, la transparencia, la rendición de cuentas y la contraloría social, auténticas realidades y no meros conceptos teóricos restringidos a los discursos. Aquí está mi guante y va mi espada en prenda...

Comentarios

  1. Celebro tu valentía y la aguerrida defensa de los bienes comunes. Solamente te aconsejaría no dar espacio para el contra-ataque que puede resultar de mucho peligro, tomando en cuenta al "enemigo".

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  2. celebro tu valentía y la aguerrida defensa del bien común. Solamente te aconsejaría no dejar espacio para el contra-ataque que podría ser de mucho peligro tomando en consideración al "oponente".

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