Las Luminarias: La Forma Es Fondo

La mujer del César no solo debe ser honesta, también debe parecerlo reza el refrán, mismo que aplica al ayuntamiento de Mérida en el asunto de las luminarias. Comencemos por consignar antes que nada, que para que el contrato celebrado por el ayuntamiento anterior pudiera ser legal, se requería mayoría calificada, léase el voto a favor de los regidores panistas. Sorprende la falta de congruencia de un instituto político que votó a favor de una medida y luego la reprueba, cosa que nos lleva a pensar que los regidores que aprobaron sufragando a favor el contrato de arrendamiento con ABC Leasing eran tontos, corruptos o ambas cosas. En segundo lugar, sorprende la prisa del alcalde por cancelar el contrato, recurriendo a las excusas más absurdas y manifestando que el cambio de lámparas era una urgencia, ante el temor de que la empresa ya antes citada, pudiera dejar Mérida a obscuras. Falso de toda falsedad: primero porque ABC Leasing se comprometió a no hacerlo y en segundo lugar porque 72,000 luminarias no se retiran en un día, ni en una semana. Era solo un vulgar pretexto para evadir licitar y beneficiar a sus cuates. Resulta por demás absurdo que con anterioridad, el ayuntamiento hubiera convocado a licitación para adquirir 600 lámparas y no lo hiciera tratándose de 72,000 En tercer lugar, Renán Barrera pensó no solo en adjudicar directamente para pagar favores de campaña, sino para obtener un gran diezmo. Para ello, se valió de empresas fantasma como Amazonas (lo mismo que criticó cuando era diputado) y de operadores políticos que le asignaron, como confiables. Tal es el caso de Carlos Pandiello Vázquez, proveniente de Escuderos de Colón, agrupación que integró Hugo Sánchez Camargo, que indudablemente obtendrá muestras tangibles de la gratitud del alcalde con esto. Prueba de que no mentimos, es que Pandiello Vázquez participó en la campaña a diputado de Tito Sánchez Camargo. En cuarto lugar, el ayuntamiento de Mérida infló brutalmente los precios de las lámparas como demostraron los regidores del PRI y dolosamente omite hablar del gran negocio que implicó subarrendar la instalación de las luminarias. En quinto lugar, nos preguntamos donde estan la bola de asociaciones seudociudadanas, que se rasgaban las vestiduras, clamando por honestidad y transparencia. Sospechosamente estan todas y todos muy calladitos, porque perro con hueso en la boca, ni ladra, ni muerde. Ya hemos mencionado que el 4 de julio inició la ruta del hueso. Por último, numerosos panistas no sujetos a la férula salarial del ayuntamiento, han coincidido en que lo mejor en aras de la transparencia (esa que tanto presume amar el alcalde) hubiera sido licitar, excediéndose incluso en la observancia de las formas legales. Todo lo previamente señalado nos lleva a considerar que el asunto de las luminarias implica un negocio con muchas irregularidades, si no es que con muchas ilegalidades, que terminará afectando directamente el patrimonio municipal y el de los meridanos: primero por el costo de las luminarias utilizadas para sustituir las anteriores y en segundo lugar, por el costo que implicará al erario municipal, el juicio que indudablemente ganará la empresa y que obligará a exigir responsabilidades legales de todo tipo a Renán Barrera, que no aprendió que la avaricia rompe el saco.

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