LA MANO DE LA HUACHA
Recientemente fue nombrada reina de la Feria de Xmatkuil, la más emblemática de nuestra entidad, la puertorriqueña Vanesa Claudio.
La modelo, ex reina de belleza y conductora de un programa televisivo de variedades, no tiene más mérito para figurar como soberana de la reina, que no sea su exposición mediática y su estilizada figura.
Empero, la interrogante que surge es si en nuestra entidad no habrán mujeres igualmente atractivas o con igual o mejor perfil profesional que la boricua, que es comunicóloga.
Suponemos que conocer el objetivo y el alcance de la actividad, su valor comunitario y tradicional y su raigambre social, son elementos determinantes para poder cumplir decorosamente como abanderada y estos requisitos, son impensables en una extranjera o en una persona ajena a nuestro medio.
La tónica del gobierno de Mauricio Vila ha sido incorporar personajes ajenos a nuestra entidad. Semejante proceder es consecuencia de la visión de una figura como la de Michelle Fridman, secretaria de turismo, propietaria de una imagen desprestigiada y repulsiva a los ojos de nuestra sociedad.
Es la antigua música y publicista, quien ha traído figuras ajenas a Yucatán, a promover estilos de vida contrapuestos a los habituales en nuestro estado. Es Michelle Fridman quien se ha caracterizado por su dispendio, por su prepotencia, por su soberbia y por todo lo que implica desprecio por lo proveniente de Yucatán.
Suponer pues, de donde viene la luminosa idea de poner una extranjera como soberana de la feria, implica solamente sumar dos más dos.
Mauricio Vila mareado por el humo de las lisonjas de sus cortesanos y las plumas a modo, no se ha dado cuenta de la peligrosa picada de descrédito y desprestigio en que ha sumido su administración. Si el gobernador no toma medidas urgentes y rectifica, se avizoran muy sórdidos panoramas para todos aquellos personajes cuya extracción política sea de carácter análogo a la del gobernador. Lo mismo que el contacto con un leproso pudre la piel sana, el contacto con cuanto tenga que ver con el ejecutivo estatal frustrará toda carrera política.
Lo advertimos a tiempo, para bien de Yucatán y de sus habitantes, pero está visto que en el presente régimen, hay quienes ven rugir la tempestad y no se hincan.
Seguimos pendientes...
La modelo, ex reina de belleza y conductora de un programa televisivo de variedades, no tiene más mérito para figurar como soberana de la reina, que no sea su exposición mediática y su estilizada figura.
Empero, la interrogante que surge es si en nuestra entidad no habrán mujeres igualmente atractivas o con igual o mejor perfil profesional que la boricua, que es comunicóloga.
Suponemos que conocer el objetivo y el alcance de la actividad, su valor comunitario y tradicional y su raigambre social, son elementos determinantes para poder cumplir decorosamente como abanderada y estos requisitos, son impensables en una extranjera o en una persona ajena a nuestro medio.
La tónica del gobierno de Mauricio Vila ha sido incorporar personajes ajenos a nuestra entidad. Semejante proceder es consecuencia de la visión de una figura como la de Michelle Fridman, secretaria de turismo, propietaria de una imagen desprestigiada y repulsiva a los ojos de nuestra sociedad.
Es la antigua música y publicista, quien ha traído figuras ajenas a Yucatán, a promover estilos de vida contrapuestos a los habituales en nuestro estado. Es Michelle Fridman quien se ha caracterizado por su dispendio, por su prepotencia, por su soberbia y por todo lo que implica desprecio por lo proveniente de Yucatán.
Suponer pues, de donde viene la luminosa idea de poner una extranjera como soberana de la feria, implica solamente sumar dos más dos.
Mauricio Vila mareado por el humo de las lisonjas de sus cortesanos y las plumas a modo, no se ha dado cuenta de la peligrosa picada de descrédito y desprestigio en que ha sumido su administración. Si el gobernador no toma medidas urgentes y rectifica, se avizoran muy sórdidos panoramas para todos aquellos personajes cuya extracción política sea de carácter análogo a la del gobernador. Lo mismo que el contacto con un leproso pudre la piel sana, el contacto con cuanto tenga que ver con el ejecutivo estatal frustrará toda carrera política.
Lo advertimos a tiempo, para bien de Yucatán y de sus habitantes, pero está visto que en el presente régimen, hay quienes ven rugir la tempestad y no se hincan.
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