¿Esto queremos para Yucatán?

Los yucatecos detestamos a Michelle Fridman tanto como ella y Mauricio Vila nos desprecian.
Y no los queremos, no por el hecho de no haber visto la primera luz en estos lares, sino porque se han negado a hacerse parte de nuestra sociedad.
En efecto, sobran ejemplos de yucatecos nacidos en cualquier otro lugar del mundo y que sin embargo, se hicieron parte de nosotros, adoptando nuestro estilo de vida y costumbres. Los ejemplos más paradigmáticos son Rómulo Rozo y el coronel Aldama.
En el caso del gobernador y la secretaria de turismo, el problema lo constituyen sus actitudes de soberbia, prepotencia y desprecio a nuestra gente y sus más caras tradiciones.
En el caso particular de la música metida a publicista, lo que hiela la sangre, no es solo su derroche presupuestal, sino que incurre en todas las acciones y actitudes que quienes hoy gobiernan el estado, criticaron cuando eran oposición.
Porque en estos tiempos de necesidad, nadie puede estar acorde con el dispendio de recursos, que con tanta premura se requieren para satisfacer necesidades prioritarias.
Por eso sorprende, que la estrafalaria encargada de promover la industria sin chimeneas, en lugar de posicionar nuestra entidad como sitio interesante de visitar por su cultura, artesanía, atractivos arqueológicos, recursos naturales, paz social o sabra Dios que, discurrió era importante promover el turismo LGTBI, probablemente por sentirse identificada con semejante sector. Pero esta situación implica aristas importantes de considerar: en primer lugar, que guste o no a muchos, nuestra población es mayoritariamente conservadora, en segundo lugar, que de una u otra manera, en Yucatán todavía hay manera de conocerse, en tercer lugar, que el tipo de actividades de diversión que busca esa franja social, no abundan en Yucatán y que por otro lado, la llegada a nuestro estado en gran número, de gente con semejantes preferencias, traería aparejado una serie de conflictos, en materia de salud, seguridad, legalidad y convivencia social, para los cuales, dudo que estemos preparados.
Pero amén de lo anterior, porque promover el turismo de los homosexuales, en vez de hacerlo con aficionados al buceo o la espeleología, que implican la presencia de personas de alto poder adquisitivo?
¿Esto es lo que Mauricio Vila pretende para Yucatán?, ¿convertir al estado en una gigantesca zona de tolerancia?
Seguimos pendientes...

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