Terquedad y Soberbia
Era de esperarse. El silencio del alcalde, de sus colaboradores y el cabildo no presagiaba nada bueno. Se lo anticipé a varios amigos: no pasará nada, Renán no es valiente, ni conoce la humildad, no le interesa lo que opine, piense o sienta el pueblo, no se atreverá a intentar nada contra una de las cuotas de poder de Ana Rosa Payán. Prefiere llevar la fiesta en paz con sus padrinos políticos, que rectificar y hacer un acto de justicia.
No nos equivocamos. Reiteramos: el silencio del alcalde y el cabildo era elocuente y por varias razones: primero, porque tanto Renán como sus regidores no destacan por su cultura y en segundo lugar, porque para una medida de esa índole, Renán es incapaz de actuar solo, sino que tiene que pedir permiso a Luis Correa. Por supuesto, no se lo dieron y obviamente Renán fue incapaz de adoptar una actitud varonil y desobedecer, atendiendo al supremo interés de los meridanos, porque aunque él no lo considere así, los choluleños también son meridanos.
Es preciso mencionar que en el maremagnum que ha significado el asunto de Cholul, han habido algunos que han querido pasarse de listos (Irving Berlín y sus secuaces) que aviesamente han tratado de que la responsabilidad de lo acaecido recaiga en un inocente (Salvador Vitelli), aprovechando que el comisario de Cholul externó que cuando reclamó al jefe de comisarías por la puesta en escena, éste con absoluto cinismo ripostó: se me olvidó decirte que había una obra de teatro. Evidentemente el término Jefe de Comisarías, remite a muchos a la Dirección de Desarrollo Social, encabezada por Vitelli Macías, pero la realidad no es así: Abreu Rendón es Jefe de Comisarías de la DIRECCIÓN DE CULTURA. El Jefe de Comisarías de Desarrollo Social se llama Isaías Sosa y no tuvo arte ni parte en el desaguisado. Es importante decir las cosas como son y no contribuir a que el verdadero responsable de la pifia (Irving Berlín) escurra el bulto y otro pague por sus culpas. Reiteramos: Irving Berlín debe ser cesado de inmediato.
El día de ayer, un grupo de reporteros abordó al alcalde y lo cuestionó respecto de los acontecimientos de Cholul. Con su estilo cantinflesco, Barrera Concha evadió responder directamente y solamente divagó respecto de lo que consideraba era el arte y su importancia, temas en los que Renán es completamente neófito. Cuando lo cuestionaron respecto si destituiría a Berlín Villafaña como responsable de la ofensa inferida a la comunidad de Cholul y de la violación al artículo 27 del reglamento de espectáculos, respondió que no, pues consideraba que el asunto no debía politizarse. Triste perspectiva del presidente municipal, que considera el cumplimiento de la ley, un asunto susceptible de negociarse. Por lo visto no fue un alumno muy brillante en el estudio del derecho, ni destacará como jurista.
Destaca asimismo, la negativa de los integrantes del cabildo que se mostraron reacios a contemplar un video que sustentaba las imputaciones formuladas contra el director de cultura, como si temieran que su sensibilidad se viera violentada por tan crudas imágenes, circunstancia que indirectamente concedía la razón a los reclamos de los choluleños y que por otro lado, los exhibía como lo que son: como analfabetas funcionales, incapaces de disertar sobre un tema que desconocen en absoluto. Francamente triste resultó ver a los regidores panistas, de rodillas a los dicterios del alcalde, solapándolo, cuando debían cuestionarlo y presionarlo para cumplir el contenido de la ley. Ya sabemos de que están hechos y que son incapaces de demostrar libertad de conciencia, son una triste comparsa.
Penosamente Renán Barrera eligió hacerse cómplice de una ilegalidad, en vez de tener la humildad de asumir el error y rectificar. Francamente nos hubiera sorprendido que lo hiciera un gobernante que destaca por su fanatismo y por su soberbia, que constituye una verdadera verguenza para su partido y sus correligionarios. Renán Barrera ha demostrado nuevamente que no le interesa la ciudadanía, sino cumplir sus compromisos personales de carácter político, pensando en el porvenir. Vale la pena recomendar a los choluleños que reflexionen la conveniencia de recurrir a la sentencia que consigna: si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno. A ver si de ese modo, Renán Barrera aprende que con la gente no se juega.
Lamentablemente la cultura en nuestra ciudad, seguirá en manos ineptas, insensibles y continuará favoreciendo a unas cuantas privilegiadas, cercanas por diversos motivos al desgobierno municipal. Ni modo, a hacer de tripas, corazón. Lástima por nuestra ciudad y sus habitantes, que merecen algo mejor.
Recordamos a Renán Barrera y a Irving Berlín que los favoritismos tienen un muy alto precio y que la soberbia tiene pésimas consecuencias en el horizonte político. El que tenga oidos para oir, que oiga...
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