Día de Muertos
Esta llegando mi amada,
como lo hace cada año,
a la comida de ánimas;
reconozco su sonrisa
que encabeza
la mortuoria caravana,
viene cantando un responso,
que desgarra al entonarlo,
la garganta,
el sol se inclina
a su paso,
lleno de lúgubre gracia
y enluta con capa
de sombras,
el granito de las lápidas.
Esta llegando mi amada,
como habitúa anualmente
a la comida de ánimas,
su estancia ha de ser rauda
como el vuelo de un fantasma,
sus besos derramarán tristeza
y habrá en sus brazos, distancia;
no alcanzaré ni a decirle
todo lo que me hace falta,
cuando reciba la orden
de emprender,
de nuevo, la marcha...
Está llegando mi amada
como lo hace año con año,
a la comida de ánimas
y ya me duele su ausencia
y ya se asoman las lágrimas
con fúnebre irreverencia,
deslizándose en mi cara...
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