Día de Muertos

Esta llegando mi amada, como lo hace cada año, a la comida de ánimas; reconozco su sonrisa que encabeza la mortuoria caravana, viene cantando un responso, que desgarra al entonarlo, la garganta, el sol se inclina a su paso, lleno de lúgubre gracia y enluta con capa de sombras, el granito de las lápidas. Esta llegando mi amada, como habitúa anualmente a la comida de ánimas, su estancia ha de ser rauda como el vuelo de un fantasma, sus besos derramarán tristeza y habrá en sus brazos, distancia; no alcanzaré ni a decirle todo lo que me hace falta, cuando reciba la orden de emprender, de nuevo, la marcha... Está llegando mi amada como lo hace año con año, a la comida de ánimas y ya me duele su ausencia y ya se asoman las lágrimas con fúnebre irreverencia, deslizándose en mi cara...

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