Comienzan Los Reveses de Renan
Para Renán Barrera todo era miel sobre hojuelas, hasta que un inoportuno visitante le estropeó su informe. A pesar de todo, siguiendo la táctica ya acostumbrada de imitar a una toruga escondiéndose en su caparazón para no ver, ni oir, ni sentir las pedradas, continuaba en su torre de marfil disfrutando el incienso que le prodigan sus cortesanos, emulando de algún modo la atmósfera de Las Mil y Una Noches.
Más aún, Renán casi brincó de alegría, al enterarse que Marta Montero decidió cerrar su blog Nuestra Blanca Mérida y retirarse a cumplir las labores propias del hogar y de su condición de esposa y madre, desalentada por la aparente imperturbabilidad e inconmovilidad del munícipe y amedrentada por mensajes que en tono reprensivo le hicieron llegar diversos personajes, entre ellos José Luis Sierra, un lobo viejo, sin garras ni colmillos que ya ni a los niños asusta, pero que erizando el pelaje, consiguió intimidar a la activista. Con la clausura de Nuestra Blanca Mérida, Renán se libró de una adversaria incómoda, que no cesó durante algún tiempo de señalarle sus desviaciones y corruptelas, pero que no entendió que la lucha que se libra en la arena política, es altamente desgastante e ingrata y solo triunfa en ella, quien demuestra una resistencia excepcional.
Aparentemente el panorama para el alcalde que desgobierna nuestra ciudad, pintaba sumamente halagador y ya sus jilgueros le dedicaban sin recato ni pudor sus mejores trinos en las redes sociales, como hizo Humberto Cua, el superasesor municipal, autor del mamotreto presentado el día del informe, que le dedicó un desorbitado panegírico a las abyectas muestras de sumisión y lambisconería vertidas por el regidor Elías Lixa en la más reciente sesión de cabildo. Para mala fortuna de Lixita, de Humberto y de Renán, el mismo impertinente de la noche del informe les enmendó la plana y nadie absolutamente fue capaz de rebatirlo.
Pero todo el gozo se le fue al pozo a nuestro plañidero primer edil, cuando un juzgado de distrito le ordenó con base en un amparo promovido por la empresa ABC Leasing, que suspenda el cambio de luminarias, hasta que se resuelva el juicio de garantías.
Esta situación debe haberle dolido a Renán mas que una patada en los bolsillos (no es en las partes nobles donde más le dolería recibir un golpe, contra lo que toda lógica indica, merced a su proverbial tacañería que hace empequeñecer la figura del judío Shylock), toda vez que el bisne pende de un hilo con esta determinación y concluirá derrumbándose indudablemente, toda vez que la determinación de rescindir el contrato fue tomada sin estudiarse a fondo, por asesores legales, notoriamente impreparados. Lo que si debemos apuntar, es que la decisión jurisdiccional proporcionará a Renán nuevos motivos para lloriquear, para rasgarse las vestiduras y para ostentarse víctima de la persecución de sus enemigos políticos, que van desde los siniestros priistas, pasando por el gobierno estatal y concluyendo con los alevosos traidores que se atreven a cuestionar sus sabias y prudentes medidas, que llenarían de envidia al mítico rey Salomón.
Renán sabe que el tiempo se le acaba y la hora de la verdad se aproxima. Sabe que será vencido en juicio y que deberá pagar a costillas de los contribuyentes meridanos, una indemnización multimillonaria a la empresa demandante, circunstancia que aprovechará para victimizarse y proclamarse presa de oscuros intereses que prevalecieron por encima de los intereses mayoritarios. Nada de ello es cierto y por eso anticipamos el escenario. El cálculo de Renán es presentarse como el bueno del cuento, derrotado por un perverso complot, en la lucha de defender la legalidad y el bienestar de su pueblo. Falso de toda falsedad, el asunto de las luminarias es el más notorio caso de irregularidades en que han incurrido el ayuntamiento actual y el alcalde y que pudiera llevar a prisión a más de uno, cumpliendo con ello una de las aspiraciones de Renán, aunque no exactamente como planea.
Lo que menos interesa a Renán es trabajar para bien de Mérida y sus habitantes. Lo único que le importa es allegarse los medios económicos necesarios para sufragar una campaña a gobernador y hacer todos los bisnes posibles, de manera conjunta con el hermano incómodo. Lo bueno es que cada vez la gente le cree menos, porque ha abierto los ojos y se ha podido percatar de que una cosa es lo que se dice y otra muy diferente lo que se hace y para su mala suerte, no todos sus críticos, ni sus adversarios terminarán abandonando el campo. Hay otros que con paciencia de cazador, pondrán al objetivo en la mira y no se marcharán a su casa, sino hasta ver caer la presa.
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