La gloria o el infierno

Felipe Cervera Hernández tiene casi 45 años, esta en la edad ideal para que luzcan sus capacidades y sea susceptible de alcanzar las máximas alturas que desee o se halla trazado como meta.
Felipe es el menor de los varones de la máxima figura de la historia que hemos tenido en la política de nuestra entidad. Estamos seguros que en su fuero interno, Felipe desea al menos emular, si no es que superar, los logros de su padre. Conseguirlo es algo que depende básicamente de él. De su audacia y sagacidad. Nos queda claro que desea dejar de ser llamado como el hijo del caudillo, para intentar ser, el caudillo.
Pero retomando lo planteado con antelación, Felipe requiere para ello audacia, valor, sagacidad y malicia, las cualidades que adornan por excelencia a los grandes estadistas; y la verdad, con lo exhibido hasta ahora como líder de la bancada tricolor en el congreso local, no le alcanza. Le falta y mucho.
Debe entender Felipe que precisamente por su estirpe, el pueblo espera mucho de él. Que por su linaje es depositario de grandes esperanzas y que el pueblo lo reclama y exige de su lado, para librar grandes batallas.
Debe entender Felipe que como oposición, esta obligado a la critica, al cuestionamiento, a la investigación y casi a la confrontación, pero esta debe ser, a través del debate, procurando los acuerdos, siempre que sean en pro del beneficio de la colectividad, o al menos de las mayorías.
Debe entender Felipe que el puño de hierro, no excluye el guante de seda, pero que hay momentos, en los que es preciso tomar partido.
Y justo ahora, cuando tenemos un gobernador que lo menos que podemos decir es que es arrogante, soberbio, inepto, irresponsable y contrario a los intereses de las mayorías, es que la gente espera que Felipe se ponga los guantes, desenvaine la espada y encabece la lucha (nosotros no sólo lo esperamos, sino que lo deseamos).
Felipe debe entender que el gobernador ha hecho cuanto le ha sido posible, para que el pueblo lo deteste, para ganarse su repudio y devolverle cumplidamente, el desprecio que ha hecho gala, hacia Yucatán y su gente.
Felipe sabe que tiene en sus manos la capacidad para poner freno a Vila, para pararlo en seco. Para ello, debe cabildear, seducir, convencer, no olvidando que 2021 es año electoral. Debe concientizar a quien sea menester, que el pueblo yucateco se siente vejado, ultrajado y que arde en deseos de cobrar venganza de su victimario, que deberá pagar un alto costo por sus fechorías.
Todo pinta promisorio y tan claro, que resulta casi inaudito suponer que Felipe no quiera tomar la posibilidad que se le ofrece. ¿Qué pudiera provocar que no se atreva? El miedo. Que a Felipe lo invada un pánico cerval, un terror incontrolable a la traición, al abandono, a que prevalezcan el egoísmo y la codicia al hambre de gloria. Contra estas tentaciones y enemigos debe luchar.
Felipe por sobre todo, debe tener MUY CLARO, que si traiciona al pueblo, que si abdica de su deber como líder de la bancada mayoritaria, que si incumple su obligación como legislador opositor, su carrera política ESTÁ ACABADA y deberá enfrentar el juicio implacable de la historia y la condena ineludible de la posteridad.
¿Qué es lo que elegirá el coordinador de los priistas?, ¿hacia que alternativa se inclinará? Lo sabremos al discutirse el presupuesto. Debe optar entre la gloria y el infierno.
Seguimos pendientes...


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