¡Qué Ridículo!
El título del presente editorial no hace alusión a los patéticos esfuerzos del alcalde, que tuvo que recibir nuestros jalones de orejas, para que entendiera que era vergonzoso que la oposición se llenara la boca presumiendo que hacía el trabajo correspondiente al ayuntamiento, para desganadamente tomar una pala y arrear a Lixita y el resto de la cáfila de buenos para nada que lo rodean e imitar a sumo destiempo, lo realizado por el PRI. Demasiado tarde, la medida fue inefectiva e ineficaz y Renán se vio como un imitador barato y patético, ya no pudo quitarse de encima el golpe mediático que fue demoledor: presentarlo como un alcalde pachorrudo e inepto, al que la suerte del pueblo le importa un soberano cacahuate, a menos que sea en tiempo de campaña. Lástima, punto para el PRI, Renán y sus geniales asesores (Armando Escalante y el Chobas) se vieron muy lentos.
Pero no, no hablaremos de eso, porque las imágenes hablan más y mejor que las palabras y lo que se ve, no se juzga. Nos referiremos a la convocatoria lanzada recientemente por el ayuntamiento de Mérida, en coordinación con el Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes, dirigida a escritores yucatecos, mexicanos, españoles y venezolanos para participar en el Premio Internacional de poesía "Ciudad de Mérida 2013".
Nuestros amables lectores se preguntarán cual es el motivo de molestia ahora, toda vez que fuimos nosotros, quienes fustigamos a la dirección de cultura municipal y a su titular, por no haber convocado antes al certamen, toda vez que se trataba de un Programa Operativo Anual, cuyo sustento teórico, técnico y económico, ya existía.
Queremos mencionar que nos resultó sorprendente cuando nos enteramos que Irving Berlín Villafaña fue nombrado responsable de cultura municipal, que no se convocase de inmediato al certamen, dada la calidad de escritor del titular de la dependencia y de que tanto éste, como sus colaboradores, se supone contaban con toda la información y todos los elementos para hacerlo. Así que si nos extrañó que no se emitiera la convocatoria, que de manera casi automática, debía salir.
Un hecho determinante para lo anterior, es que la responsabilidad de convocar al certamen, fue depositada por Berlín Villafaña en la subdirectora de Fomento a la lectura, Marilú Peniche Zapata, una maestra de kinder, cuyos méritos para acceder al cargo, fueron su acendrada vocación para el canto, amenizando diferentes eventos partidistas y su cercana relación con algún miembro del cabildo. La muchacha no sabía ni donde estaba parada y cuando tomó el cargo, no tenía ni la más remota idea de lo que significa fomentar la lectura y las estrategias didácticas para hacerlo, ni mucho menos conocimiento de los géneros literarios. No es lo mismo enseñar a leer a niños, que implementar estrategias y técnicas para captar la atención de potenciales lectores y despertar el hambre de conocimiento. Tampoco es lo mismo enseñar a leer, que promover e incentivar la creación literaria. Tampoco se requiere ser escritor ni tener licenciatura en letras para amar la literatura y sus derivados, pero a Marilú le gusta cantar y no lee ni las tiras cómicas de los periódicos. Es una improvisada, alguien que llegó al cargo por amiguismo, por influyentismo, por pago de cuotas políticas, no por capacidad, queda claro. Lo recalcamos, porque fueron aspectos que infinidad de veces criticaron tanto el actual alcalde cuando fue diputado, como algunos integrantes de su cabildo, como Lizbeth Estrada Osorio y Felipe Duarte Ramírez, que figuraban en asociaciones civiles "independientes y apartidistas", que no solo clamaban pidiendo legalidad y transparencia, sino que todo criticaban. Ahora callan de manera vergonzante.
Queremos aclarar que no estamos en contra de la colaboración interinstitucional, no tenemos óbice en la coordinación con CONACULTA, lo que llama la atención es que el concurso de la dependencia nacional no era forzoso, habida cuenta de que anteriormente era el ayuntamiento quien convocaba y otorgaba la bolsa en metálico. El único motivo aparente que justificaría la intervención y que la instancia federal se lleve el crédito respectivo, es el engrosamiento del monto del premio, cuyo monto mayor al haber salido de las arcas municipales, creo fue de quince mil pesos. De otro modo, no se entiende que el ayuntamiento quiera compartir el mérito de realizar una actividad de esta naturaleza, con una institución que es parte integral de un gobierno de diferente nivel y de distinta extracción partidista. Que no salga Irving con la monserga que la cultura no tiene partido ni filiación política, para alguien tan fanático y tan piojo como Renán, esto solo es válido, si implica evitar un desembolso económico.
Pero lo peor de esta convocatoria y que prueba plenamente la ineptitud de la titular de la subdirección de fomento a la lectura, instancia encargada de emitirla, es que al revisarla, pudimos comprobar que es la misma de siempre, que salvo la novedad de ampliar la posibilidad de participación a escritores españoles y venezolanos y solicitar el respaldo de la obra participante en disco compacto o USB, la convocatoria es exactamente la misma, que la emitida en 1998. Se trata de la más vil copia, esto es, que el certamen pudo haberse convocado al día siguiente de haber tomado posesión Irving Berlín o en el peor de los casos, al día siguiente de haber tomado posesión Marilú Peniche. En el supuesto claro, de que supiera de que se trataba la naturaleza del encargo que le confirieron, cosa que dudamos que sepa a estas alturas del partido.
Dada la propensión que tiene este ayuntamiento para amañar licitaciones y concursos, resulta altamente preocupante que los responsables de cultura municipal sientan la tentación de alterar o inducir el laudo del jurado para beneficiar a alguien y continuar el pago de favores, al que la administración de Renán Barrera es tan proclive.
Es decepcionante contemplar que el Premio Internacional de Poesía "Mérida 2013" es equivalente al parto de los montes a que se refería Juan José Arreola, es decir a una nueva tomadura de pelo de parte de Renán Barrera y su gobierno, que han sido la más grande decepción que ha podido sufrir el pueblo meridano.
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