Descaro y Desprecio

Aunque al agrupamiento de focas aplaudidoras, empleados e idiotas útiles del ayuntamiento de Mérida y mercenarios de Renán Barrera les moleste que lo diga, tienen doble problema y no es posible callarlo e ignorar lo que acontece: el ayuntamiento de Mérida, a través de sus funcionarios y su quehacer o más bién la falta de éste, exhibe un absoluto desprecio respecto de las necesidades de los integrantes de los grupos más vulnerables de nuestra sociedad, por los que exhibe un completo desinterés y se conducen con el mayor descaro, confiados en la impunidad que rodea al alcalde y que confían se hará extensiva a ellos. Muchos opinarán que es una entrada muy agresiva, pero no es posible expresarlo de otra manera: sorprende e indigna enterarse de acontecimientos que ponen en riesgo la integridad, la salud y la vida de los habitantes de las comunidades más humildes de nuestra ciudad, como el hecho de que el famoso botón de pánico jamás fue instalado y puesto en funcionamiento. Ahora entendemos los motivos para que hasta la fecha, hayan ocurrido tres decesos con este motivo. Consecuentemente valieron sorbete los protocolos y procedimientos establecidos por la autoridad municipal, que quedaron convertidos en simple palabrería sin sentido. LO que despierta el enojo y la furia, es que la irresponsabilidad, la inconsciencia, el desinterés, el desdén por la suerte de los meridanos más humildes, sea de tal nivel, que se haya excluido la posibilidad de que los cuerpos de socorro de la Secretaría de Seguridad Pública pudieran encargarse de las emergencias, lo que constituye una disposición completamente absurda, torpe, incomprensible, rayando en criminal y hasta homicida. ¿Donde está la solidaridad, donde la visión humanista, donde la subsidiariedad, donde el respeto a la dignidad de la persona en tan aberrante disposición?, ¿Acaso creen los funcionarios municipales que los meridanos más humildes, por el simple hecho de su precaria condición económica no tienen derechos? Da risa por lo mismo, ver a sus diputados pidiendo que se castigue a quienes agredan o maltraten a los animales, cuando la autoridad responsable de procurar el bienestar de sus gobernados, emanada del mismo partido de origen, hace caso omiso de los postulados que teóricamente rigen la actuación y la conducta de los funcionarios emanados del Partido de Acción Nacional. Enójense, rásguense las vestiduras y tapícen las redes con denuestos, pero no es posible tolerar cosa semejante. No es cuestión de sumisión o subordinación, no puede haber periodista o simplemente persona, que no repruebe lo que sucede. En similar orden de ideas, indigna y enardece enterarse que en la comisaría de Caucel, la comisaria municipal utiliza la unidad de traslado asignada a la comunidad para realizar actividades particulares, poniendo en riesgo la integridad y la vida de sus conciudadanos con su irresponsabilidad. La frescura de la comisaria de Caucel es inaudita, pero peor aún resulta si a lo anterior, aunamos que la funcionaria auxiliar de marras, es la progenitora del coordinador de la fracción edilicia blanquiazul, Juan Barea Canul, motivo por el que supuestamente debía ser más consciente de la magnitud de su compromiso y obligaciones, no solamente para con sus correligionarios, sino para con el resto de los habitantes de la localidad. Es un hecho que no faltará quienes digan que se trata de infundios e infamias hechas circular para desacreditar a la funcionaria, vertidos con objetivos de carácter partidista, pero son los hechos los que hablan. Es una realidad que la señora Canul dispone de la unidad de traslado, como si se tratara de un vehículo de su propiedad y no como uno de uso comunitario. Es otra realidad que tanto el alcalde Renán Barrera, como los funcionarios de su gabinete y consecuentemente las autoridades auxiliares como los comisarios, incurren en estas actitudes ante la complacencia, la tolerancia y hasta el desinterés del comité municipal panista de Mérida, que finge demencia absoluta y no ver, ni oir, ni darse cuenta de nada. El ayuntamiento de Mérida, la gestión de Renán Barrera y de todos los funcionarios provenientes de su régimen, van de mal en peor y no dejaremos de denunciar sus actos u omisiones. Tal es nuestro compromiso con Mérida y sus habitantes y ni los berrinches, ni las rabietas, ni la incomprensión, ni los insultos, ni los ataques harán que lo olvidemos. Renán Barrera no será alcalde eternamente y tendrá que responder de sus actos. Todo llega. Cuestión de tiempo...

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