Adiós Irving
El domingo pasado México entero se conmocionó con la muerte de Juan Gabriel. Los yucatecos no fuimos la excepción. Indiscutiblemente Alberto Aguilera Valadez se constituyó en un ícono de la cultura popular. El artista oriundo de Chihuahua podía gustar o no, pero es un hecho que todo mexicano se sabe, además del himno nacional, al menos una canción de Juanga y nadie, por macho que sea, deja de quebrar la voz y de contonearse al entonarla.
Mi abuela siempre decía que si no tienes nada bueno que decir, mejor cierra la boca. Tan sabia sentencia no era del conocimiento o por lo menos eso parecía, de Irving Berlín Villafaña, hoy por fortuna ex director de cultura del ayuntamiento de Mérida, por haber sido destituido por el alcalde Mauricio Vila, que cedió al clamor popular que pedía la cabeza del funcionario.
Berlín Villafaña fue director de cultura en el trienio anterior, en el que se suscitó el escándalo generado por la obra de teatro "Bacantes", que presentó desnudos integrales y fuertes escenas eróticas en la comisaría de Cholul, en un espacio inadecuado, motivo por el que la indignada comunidad, solicitó la remoción del titular municipal de cultura, que Renán Barrera, en su soberbia, sostuvo contra viento y marea.
Y no es que Mauricio Vila fuera más sensible que su antecesor, sino que simplemente la puntada de Berlín Villafaña de expresarse del deceso del divo de Juárez de modo tan prosaico, despectivo y soez, constituyó un excelente pretexto para desembarazarse de alguien, que ya le generaba al alcalde inconvenientes de diversa índole, dadas las intenciones de éste último de contender por la primera magistratura estatal. Y como el hilo se rompe siempre por el lado más delgado...
Cuando se supo através de las redes sociales, el modo en que Berlín se refirió a uno de los grandes referentes de la cultura popular, la furia de la gente se dejó sentir y el funcionario fue objeto primero de toda clase de denuestos, después la gente solicitó su cese y empezaron las presiones.
A final de cuentas, ante la indignación popular, Berlín Villafaña fue renunciado. Tras el anuncio de la destitución, algunos personajes vinculados de una u otra manera con el Partido de Acción Nacional, externaron su pesar por el despido, tildándolo de ser un exceso en el uso de la libertad de expresión y acusando al primer edil de exagerar en la sanción.
No obstante lo proferido por los personeros panistas, el relevo de Berlín Villafaña,fue un acto adecuado, habida cuenta de que la medida no solo era justa, sino merecida. Lo anterior, podemos decirlo en mérito de que Berlín Villafaña era el representante del alcalde de Mérida y además el encargado de tratar con todos los representantes de la comunidad artística y con el dislate mediático multicitado, Irving ofendió y agredió a toda la comunidad artística, además de agraviar la memoria de alguien que no podía defenderse, cosa que resulta muy cobarde. Reflexionemos: si fue capaz de expresarse así de una figura, ¿Qué podían esperar aquellos integrantes de la comunidad artística y cultural, carentes de fama y de prestigio?
La realidad es que el ayuntamiento de Mérida se quedó sin director de cultura no por una declaración desafortunada vertida en las redes, sino debido a su prepotencia, a su carencia de sensibilidad, a su nulo trato con el artista, a las malas condiciones que prevalecen para los integrantes de los grupos artísticos municipales y a los mediocres resultados entregados en el desempeño de su encargo.
Pero ahora el área de cultura municipal se enfrenta a una problemática distinta: a quedar en manos de alguien como Valerie Amador, que no tiene ni la más mínima idea de lo que significa la cultura, de lo que implica la promoción cultural y que en su vida ha entablado diálogo con un artista. Si bien se dice que su carácter es interino, esto representa un motivo más de desasosiego, pues se habla de la posibilidad de que accedan al cargo, personajes cuyos méritos serían solamente su filiación blanquiazul. De este modo, se barajan distintos nombres, si bien sería uno solo, el que representaría la sensatez en la operación y en el respeto hacia el artista: Russell Montañez, pero como sabemos que Mauricio Vila no se guía por estándares de calidad, sino por la sumisión que sean capaces de manifestarle, dudamos que esto sea posible.
Hacemos votos para que prevalezca el sentido común, que es el menos común de los sentidos y el alcalde nombre para el desempeño del cargo, a alguien que cuente con el conocimiento y sensibilidad necesarios para su labor. Mérida es digna de mejor suerte. Adiós Irving, esperamos nunca vuelvas...
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