No es lo Mismo Ser Que Parecer
Un servidor es de las personas que opina que la vida privada es sagrada y debe respetarse escrupulosamente. Es de la gente que cree que los servidores públicos tienen todo el derecho a exigir que su vida personal se mantenga al margen de su actividad pública; y así debe ser, a menos que lo privado incida en el quehacer público, o en el bienestar colectivo. Tal es el caso que hoy nos ocupa.
Sabemos de acuerdo a lo que hemos oído o leído, que existen matrimonios o uniones por conveniencia, que se realizan buscando alguno de los contrayentes obtener algún beneficio del enlace de manera ulterior. Pero lo que resulta inusitado, pero no por ello menos real, es que también sucedan divorcios por conveniencia, separaciones en las cuales, los conyuges calculan sacar alguna ventaja a futuro de la disolución del vínculo matrimonial, o al menos conjeturan atenuar alguna consecuencia de cualquier índole, con la separación.
Es sabido que un divorcio implica, no solo en nuestro medio, sino en cualquier sociedad, reconocer implícitamente un fracaso. admitir que los participantes en la sociedad conyugal, no fueron capaces de llevar la unión a buen puerto, de conciliar intereses, o solventar diferendos. Un divorcio por tanto, no es nada que usualmente se publicite, ni se anuncie tocando las campanas a rebato. Por el contrario, es algo que siempre se procura que pase inadvertido, porque implica un tropiezo, porque importa un revés. Ni aún cuando la disolución del vínculo matrimonial implica deslindarse de alguna situación tóxica, se festina el hecho.
Precisamente por eso, resulta peculiar que recientemente, Cecilia Patrón Laviada a través de un importante rotativo local y a través de otras publicaciones, ande muy apurada dando a conocer que su divorcio de Raúl Paz, presidente estatal del Partido de Acción Nacional, es un hecho. Como si Cecilia, intuyendo que su consorte pudiera caer en desgracia proximamente, tratara de deslindarse, en cuanto le sea posible de él.
De acuerdo a comentarios que nos han hecho personas bien enteradas, sabemos que Cecilia y Raúl son socios en una empresa comercializadora, así como sabemos que a pesar de la separación, en lo político, sus intereses permanecen fuertemente unidos y no es para nadie un secreto, que parte de la negociación para que Raul Paz dimitiera a sus aspiraciones a la alcaldía en favor de Vila, cuando el escándalo de Puerto Vallarta, fue con la condición de dejar a Cecilia, su esposa, a cargo de la Dirección de Desarrollo Social, lo que significaba finalmente para ella, un importante trampolín para buscar posteriormente la candidatura a la alcaldía de Mérida.
Irónicamente, es un hecho que cuando iban a contraer matrimonio, seguramente Raúl Paz avizoró y calculó los beneficios que en lo político y en lo económico le resultaría el connubio con la hermana de quien entonces era del dueño absoluto de Acción Nacional. Y en contrario sensu, sin duda alguna, ahora Cecilia calcula y sopesa las ventajas que le representa desligarse de una figura controversial y polémica como la de su marido, que a estas alturas del partido, es un verdadero apestado político con el que nadie o casi nadie quiere ligarse o ser vinculado.
Es precisamente en aras del cálculo político, de la ambición, de la codicia, del hambre desmesurada de poder, que Cecilia Patrón Laviada ha decidido traicionar su discurso inicial en pro de la estabilidad familiar y del ineterés superior de los hijos, para dar a conocer con bombo y platillo su divorcio, conducta a todas luces inaudita en una mujer con su formación y características.
El afán de Cecilia por publicitar el término de su vida de casada, solo puede entenderse a la luz de la desaforada ambición, del superlativo interés por hacerse del gobierno de nuestra ciudad, de la codicia por disfrutar los beneficios políticos y económicos que esto significa. Que peligroso sería para Mérida y sus habitantes que alguien así llegase a gobernar. Una persona que es capaz de sacrificar su familia y su fama pública en aras de la ambición y el poder, es alguien capaz de todo. Es alguien capaz de sacrificar el bienestar de una comunidad para cumplir sus objetivos y caprichos.
Es momento de abrir muy bien los ojos y reflexionar. ¿Que es lo que quiere Mérida?, ¿que es lo que necesitan sus habitantes?, ¿arribistas y personas ansiosas de poder, incapaces de poner límites a su ambición, de poner coto a su codicia? Los meridanos tienen la palabra.
De todas maneras ella esta relegada. Desde luego yo no quiero a alguien así como Alcalde de Mérida. Ni lo mande Dios!! Es ambiciona, arribista y desde luego, según se ve, es traicionera. Más si no?
ResponderEliminarPor desgracia la mayoría de mis conciudadanos en la Blanca Mérida y también en todo el Estado, todavía no entienden que el PRI y el PAN son la misma gata revolcada y eso se demuestra porque históricamente en esta entidad ambos partidos se han alternado los gobiernos tanto estatales como municipales, sin dar oportunidad a un cambio verdadero. Tal parece que nos queremos parecer políticamente a nuestro mal vecino país del norte,donde con dos sopas le dan atole con el dedo al pueblo, un Partido Demócrata (con tendencias políticas de centro-derecha) y un Republicano (de extrema derecha), o que hay cierto temor a probar algo nuevo y preferimos seguir en la comodidad de "más vale malo por conocido, que bueno por conocer". Considero que deberíamos tener el valor de probar algo realmente bueno.
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