Pobre Mérida
El día de hoy se cumple un año más de la fundación de nuestra ciudad. Cada aniversario, al realizar el cabildo la conmemoración respectiva e invitar a un orador a reflexionar respecto de la trascendencia de la decisión tomada por don Francisco de Montejo, es una oportunidad de analizar la situación que prevalece en nuestra ciudad, sus fortalezas, sus áreas de oportunidad y en general todo cuanto es posible mejorar, para el bienestar de sus habitantes.
Para este aniversario se dio una situación sui generis, no hubo consenso respecto de la figura del orador invitado. Mientras el oficialismo parcial a Renán Barrera decidió mantener la ruta del cumplimiento de compromisos con los patrocinadores y amigos, la oposición postuló a don Gonzalo Navarrete Muñoz, cronista de la ciudad y hombre de letras.
Vale la pena analizar esta disputa, porque plantea aristas interesantes: la propuesta del oficialismo fue que el mensaje lo dirigiera el sociólogo Luis Ramírez Carrillo, investigador ameritado, polémico por sus afirmaciones respecto de ciertos personajes de la política vernácula y sin restarle mérito académico alguno, consorte de Gina Villagómez Valdez, integrante de Sociedad en Movimiento, agrupación de las que han acompañado a Renán Barrera en la ruta del hueso y que ven siempre la paja en el ojo de los otros y no la viga en el del gobierno municipal. De esta manera, Renán Barrera quiso asegurarse, sin duda alguna por recomendación de alguno de sus asesores o sus jefes políticos, que ningún meridano bién nacido, fuera a criticar el desastre que priva en nuestra urbe y que es completamente diferente a lo que prometió respecto de devolver su brillo a Mérida. Como todos sabemos, el resplandor de la joya de la corona, aludido por el otrora candidato, brilla por su ausencia.
Nadie puede decir por otro lado, que don Gonzalo Navarrete sea un intelectual alineado en la ideología tricolor, opositora en este momento a los dicterios de Renán Barrera. Gonzalo es hombre conocido por su capacidad como polígrafo, por su moderación, por su mesura, por su amor a la investigación y a nuestras más caras tradiciones. Es sin duda, un intelectual con toda la barba y sobre todo, un hombre honesto y que ama su ciudad, que consideramos, difícilmente hubiera dejado de formular alguna crítica, aún cuando ésta fuese vertida con la más sofisticada envoltura, respecto del desorden imperante en Mérida. Esta situación, de elemental sentido común, era previsible y los manejadores y patrones de Renán Barrera decidieron no correr riesgos, porque si hay algo que no toleran y francamente les disgusta, contrario a su discurso de apertura e inclusión, es la crítica.
Pobre Mérida, en este aniversario, tendrá que soportar que un orador a modo, se deshaga en elogios sobre la calidad de la administración en turno y que omita de manera vergonzante, la molestia ciudadana.
Pobre Mérida, tendrá que recibir en su más alta tribuna, a un orador que confirma que la calidad de los invitados desde hace mucho ha venido a menos y que en la actualidad, casi cualquiera puede acceder a tan alto honor, sin que se tomen en consideración méritos de carácter artístico, científico o académico, sino la sumisión al régimen mandante.
Pobre Mérida, que en un aniversario más, contempla como los males que la aquejan permanecen sin ser solucionados y sobre todo, sin que exista voluntad y vocación de hacerlo.
Pobre Mérida, tomada como rehén y a modo de botín, por una caterva de rufianes, que se dedican a saquearla de manera sistemática.
Pobre Mérida, en manos de un hatajo de ignorantes, que no la aman, ni la valoran...
¿Hasta cuando los meridanos bien nacidos permitiremos que nuestra madrer nutricia siga siendo afrentada?, ¿Hasta cuando nos decidiremos a tomar acciones para que se restablezca el estado de derecho, el imperio de la ley y se pongan las cosas en su sitio?, ¿Hasta cuando pondremos fin a las pillerías de Renán Barrera y sus secuaces?
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