Cínicos y Mentirosos
Asombra el grado de cinismo que exhiben. Ellos, que habitualmente son inaccesibles, que desdeñan a la gente y repetidamente lo han probado. Que se esconden, no en su torre de marfil, sino detrás de sus secretarias y asistentes y que perpetuamente están ocupados o en juntas y que por eso mismo, no tienen ni tiempo para recibir gente o para contestar el teléfono siquiera.
Pero son los mismos, los que ahora sonríen, los que ahora hablan suave y miran bonito, los que casi se inclinan al suelo y extienden la mano a cualquiera que pasa, no amables, sino serviles, no corteses, sino taimados, no sencillos, sino afectados.
Son los mismos: los que antes te negaron apoyos, los que te voltearon la espalda, los que te dijeron que no era posible; los que ahora utilizan ese discurso amelcochado de la unidad, del orgullo y la importancia de ser panista, los que hablan ahora de respeto a la eminente dignidad de la persona e invocan los valores de la solidaridad y la subsidiariedad.
Son los mismos; los que te dijeron que el PAN no era un partido clientelar, los que comen en restaurantes de lujo y pasean a bordo de lujosos vehículos, a los que jamás te invitan a subir, como si temieran que pudieras infectárselos, los que viven en ostentosas casonas del norte de la ciudad, bardeadas por completo y hasta con cámaras, para asegurarse que seres molestos como tú, no puedan aproximarse a importunarlos.
Son los mismos: los que resaltan el orgullo del servicio público, pero que no te atienden, no resuelven tus necesidades, o a lo más, si bien te va, te ofrecerán algunas migajas, como comida barata, que ellos jamás ingerirían y que creen que además del mal pan, con mal circo (los mismos payasos y conjuntos cumbancheros) te tendrán satisfecho.
Son los mismos: los que ahora se disfrazan de tenis y mezclilla, los que hacen la finta de caminar un par de cuadras y fingen interesarse en tus problemas y necesidades, para después, logrados sus objetivos, mandarte por un tubo.
Son los mismos: los que miras en la iglesia contritos, dándose golpes de pecho, pero que tienen doble vida y esconden sus inclinaciones perversas o sus casas chicas, pero preconizan la decencia y roban y se enriquecen de manera ilícita en nombre de la moral y la honestidad.
Son los mismos lobos con piel de oveja, las mismas víboras que destilan veneno a la primera oportunidad que se les presenta, con tal de conservar sus privilegios y brincar de un cargo a otro; lo importante es nunca quedarse fuera de la jugada.
Son los mismos; los que se niegan a aceptar que la política es una carrera de relevos, en la que se debe trasladar la estafeta a nuevas generaciones, los que se niegan a despedirse a sabiendas que sus rostros y mensajes siempre idénticos, ya fastidian y ya podrían repetirse de memoria. Los que solo encontrarás en tu casa para pedirte el voto, pero que luego, si te ven en la calle, fingirán no conocerte y cuando necesites de ellos, nunca te ayudarán.
Son los mismos; los eternos aspirantes, los constantes oportunistas, los que siempre están a la caza de la chamba o el cargo, los nombres ya los conocemos, porque en su cinismo, muchas veces ni siquiera se atreven a buscar ser electos por su localidad, conscientes de que ya son un escándalo sus malas mañas. ¿Los nombres? Renán Barrera, Daniel Ávila, Cecilia Patrón, Mauricio Díaz, Primo Martínez, Patricia Gamboa, Victor Hugo Lozano Chucho Pérez, Tito Sánchez, Victor Merari, Beatriz Zavala, Elías Lixa y un larguísimo etcétera de farsantes, que no saben lo que es servir y solo buscan servirse.
Amigo panista: ¿esta clase de bandidos quieres que te represente?, ¿en manos de seres tan nefastos dejarás una tarea tan importante como definir el método para acceder a las candidaturas a los diversos cargos de elección popular? Demuestra tu dignidad y vota libre. Apoya a la gente que realmente te sirva y se preocupe por tí y no a los oportunistas y a los vividores del erario. Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho.
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