Anaya es un Gandalla y Vila Dosal igual
Entre las almas y entre las rosas, hay semejanzas maravillosas, dice una de las más famosas canciones de la trova yucateca y lo anterior, aplica también a la política, especialmente en lo que concierne a la conducta pública y privada de dos destacados actores, pertenecientes al Partido de Acción Nacional: su presidente Ricardo Anaya Cortés y el alcalde de nuestra infortunada ciudad de Mérida, Mauricio Vila Dosal. Veamos en que consisten:
En el ámbito privado, tanto Anaya como Vila presumen ser la familia Telerin. Las gráficas que ambos comparten en sus redes sociales pretenden dar la impresión de que son parte de núcleos bien avenidos, con profusas imágenes donde se muestran actitudes de amor de pareja y cariño a sus hijos. Al verlas hasta podría suponerse que tanto Anaya como Vila se sienten en estudios fotográficos o en sets televisivos encargados de difundir su felicidad y compartirla con la gente. Es decir, que a leguas se advierte la intención del material que exhiben. Mal por ambos que no vacilan en utilizar a su familia en integrantes para lograr sus objetivos de poder.
Pero donde ambos personajes muestran mayores puntos de convergencia, es en su comportamiento público y especialmente en los usos y costumbres que habitúan.
Ambos son dados a prometer el oro y el moro con liberalidad de millonarios, pero curiosamente no son gente que sepa honrar su palabra. Su memoria es muy corta y el honor es un concepto que ambos desconocen por completo, ni en el diccionario han podido localizarlo y tener alguna noción de lo que significa. Pueden dar fe de lo anterior, tanto Gustavo Madero como Raul Paz a los que Anaya y Vila recetaron respectivamente un par de puñaladas traseras dignas de la suerte taurina del descabello, pero que ambos ejecutaron con nocturnidad y a mansalva.
Pero además es conveniente recordar que ambos son maestros avanzados en las malas artes de la simulación y la mentira. Por eso Ricardo Anaya dijo que llevaba una vida modesta y carente de lujos, cuando en la realidad sucede todo lo contrario y se da la gran vida junto con su familia en los Estados Unidos. Nivel de vida que no corresponde a los ingresos declarados y que nos lleva a sospechar que semejante tren solo puede sustentarse con ingresos provenientes de los moches. No puede ser de ningún modo distinto.
Para no ser menos, Mauricio Vila renunció a utilizar el vehículo y el teléfono celular que le correspondían, dada su condición de alcalde, aclarando que sufragaría ambos rubros a costillas de su pecúlio personal.
De igual modo, inició su administración despidiendo gente y compactando las áreas del ayuntamiento en cuatro direcciones con el pretexto de optimizar recursos y eficientar el uso de los existentes, lo que no dijo, es que prohijaría cuatro vicealcaldes, a los que pagaría espléndidamente y que aumentaría a niveles insospechados el número de empleados municipales, a efecto de ejercer un control más eficaz sobre ellos. O sea, puras promesas, que jamás se han convertido en realidad.
Pero la coincidencia más notable entre ambos políticos, es su visión antidemocrática y totalitaria de la política, que conduce a atentar contra las más acendradas tradiciones y valores del panismo, como son la libre participación y competencia interna, pretendiendo echar mano de las llamadas candidaturas de consenso, para imponer candidatos a modo, dóciles a sus intereses. Para ello, Anaya se vale de los presidentes de los comités estatales del blanquiazul y Mauricio Vila de Chucho Chayote, su títere que despacha en el comité municipal, en franco contubernio con Raúl Paz, presidente estatal panista.
Esta clase de gente, pretende gobernarnos: Anaya aspira a ser presidente de la república y Vila gobernador del estado. Por fortuna, difícilmente lograrán sus objetivos, porque ambos han sido exhibidos hasta la saciedad en toda su corrupción e hipocresía.
En resumen: Anaya es un gandalla y Vila Dosal, igual.
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