Una Dama Solitaria
Amo una dama solitaria,
que ilumina mi vida,
con su risa que fascina,
con la clara sonoridad del agua.
Amo una dama solitaria,
que realmente es algo extraña,
pues combina la sensualidad de una sirena,
con la ingrávida silueta de las hadas.
Amo una dama solitaria,
que acapara cada noche mis miradas,
en la perfecta proporción
de su cuerpo elástico,
de hondura tal,
que pierdo toda noción de las distancias.
Amo una dama solitaria,
que mezcla poesía y magia
y es origen infinito del insomnio,
que en mérito de lo oscuro de sus ojos,
conjuga la emoción
y canta.
Amo una dama solitaria,
que apresa la pasión
en el paréntesis que abren sus labios escarlata
y con sus besos, prodiga fuego
y añade a los sueños,
un tórrido candor de serenata.
Amo una dama solitaria,
que alegre como cascabel,
palpita y se desborda cuando baila
y hace crepitar mi corazón,
cuando se acerca el eco del roce de su falda.
Amo una dama solitaria,
poseedora de la milenaria seducción de oriente
y la proverbial vivacidad de nuestra patria.
Amo una dama solitaria,
que a decir verdad,
de un tiempo para acá,
ya no lo es tanta...
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