¿Quién Gobierna Realmente en Mérida?
Para nadie es un secreto que Mauricio Vila era el candidato de Renán Barrera. Para nadie lo es tampoco que el entonces alcalde, trató de imponerle gente que velara por sus intereses y le permitiera seguir siendo un factor de peso decisivo en la siguiente administración.
Empero, Vila intentó dar algunos golpes mediáticos que hicieran ver a los medios de comunicación y a la comunidad también, que la suya era una administración diferente. Para tal efecto, el alcalde en un gesto considerado por muchos teatral, renunció a usar la camioneta y gasolina oficiales, correspondientes a su cargo, decidió no aceptar celular institucional y anunció que se rebajaba el sueldo en una proporción del veinte por ciento.
Más allá de inhibirse de utilizar algunas de las prerrogativas a las que tiene derecho, Vila tácitamente se ha visto forzado a admitir lo que muchos hemos dicho: que la ciudad está llena de baches, sucia, mal iluminada y que en la administración que le antecedió se cometieron excesos y hubo casos de corrupción. Lo curioso, es que no ha hecho nada al respecto en materia legal, ni tampoco se ha pronunciado en relación al estado en que recibió la ciudad.
Al respecto llama la atención también, que ninguna de las agrupaciones seudociudadanas, que hacen de la estridencia una costumbre, se desgañite exigiendo transparencia y legalidad en el proceso de entrega-recepción. Algunos, muertos de curiosidad, nos hacemos cruces cuestionándonos los motivos para que esto así suceda.
Pero cuando a muchos nos empezaba a inocular el entusiasmo, la administración vilista, muy pronto, ésta misma se encargó de infectarnos de decepción, retrocediendo en lo avanzado, al nombrarse tres coordinadores generales, encargados de sustituir al oficial mayor y suplir sus funciones, debido a que se decía, el oficial mayor llegaba a constituirse en el poder tras el trono. Además, también se esgrimió el argumento del ahorro para justificar la modificación en el organigrama municipal.
Solo que cuando nos enteramos del monto de las percepciones de estos tres coordinadores generales y de sus nombres, pudimos percatarnos de que los motivos aludidos por el alcalde, fueron solo pretextos para justificar la inclusión en nómina de tres personeros del alcalde anterior, que nos llevan a preguntarnos quien ejerce verdaderamente el poder en nuestra ciudad y quien es el que gobierna en realidad en Mérida. Veamos:
Los beneficiarios con los nombramientos del alcalde fueron: César Bojórquez Zapata, Victor Hugo Lozano Poveda y Álvaro Juanes Laviada.
Es claro que Bojórquez Zapata y Lozano Poveda, aunados a Rommel Uribe Capetillo como regidor, son tres notables cabezas de playa que Renán Barrera y el grupo de Luis Correa Mena han impuesto al actual alcalde, con el encargo de dar marcación personal al primer edil y vigilar muy de cerca sus actos y decisiones, aprovechando a su favor la escasa experiencia política y administrativa de Vila Dosal.
Ya el ayuntamiento en funciones ha dado señales de alarma, por la escasa pericia de la Secretaria de la comuna, al ignorar a ediles de oposición en repetidas ocasiones y al intentar despedir a un joven con capacidades diferentes, que gracias a la presión mediática, fue apresuradamente reinstalado.
En similar orden de ideas, los despidos en diferentes dependencias, no solo a nivel de empleados de confianza, sino de empleados por honorarios y contrato, hacen suponer que lo último que importa es atender las necesidades de la ciudad y sus habitantes y lo que resulta imperioso es acomodar a los amigos y recomendados.
¿Quién gobierna realmente Mérida? Nos preguntamos, ¿es Mauricio Vila o sigue siendo Renán Barrera por medio de interpósita persona? Según hemos podido enterarnos, incluso en las sesiones de cabildo, se acercó a Rommel Uribe al lugar del alcalde.
Nos preguntamos si Mauricio Vila está dispuesto a ser un gobernante títere, que solamente sea quien dé la cara a los ojos de la ciudadanía, pero que las grandes decisiones que impliquen el futuro y los intereses de la ciudad, sean decididos por un pequeño grupo, donde el alcalde no tenga ni voz ni voto y deba obligatoriamente subordinarse, como consecuencia de los favores recibidos en campaña.
El simple hecho de mantener en la nómina a una amplia franja de una fauna política voraz y depredadora, vinculada a Renán Barrera, nos hace abrigar, de manera casi obligada, las peores sospechas.
Por lo pronto, cuanto ha acontecido en el seno del cabildo y en el corazón del ayuntamiento, podría ser tildado de mera simulación, pues a cambio de pequeños ahorros, se han abierto significativos canales de flujo de recursos institucionales, que claramente no se justifican.
Para Mauricio Vila este es el momento crucial para decidir si quiere gobernar nuestra ciudad o si se resignará al desairado papel de patiño de Renán Barrera, destinado a abanicar sus ambiciones de constituirse en abanderado del blanquiazul a la gubernatura. Muy pronto podremos salir de dudas.
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