Otoño
En el otoño, Dios siente nostalgia y con vocación de artista, pinta de gris las nubes y mañanas. En el otoño, Dios siente nostalgia y por eso, enfría el clima y manda llover con ritmo diferente, cual si las gotas fueran lágrimas. En el otoño, Dios siente nostalgia y nos llena el alma con una sensación distinta; la soledad nos sabe rara, la voz vacila, se nos quiebran las palabras, paralizan los sentidos y queda un nudo en la garganta. En el otoño, Dios siente nostalgia nos dan ganas de oír tangos y boleros, de recordar cosas pasadas; evocar los besos recibidos y caricias propinadas. En el otoño, Dios siente nostalgia y nos mueve a recobrar distancias, a volver la vista hacia las horas que dejamos tras la espalda, a valorar ausencias y acercar huellas lejanas. En el otoño, Dios siente nostalgia y la muerte es una sombra que se asoma a espantar por la ventana, el horizonte se infecta de tristeza, hasta que un golpe de oscuridad llega al corazón, que se desa