En el Albor de las Campañas
Jose Luis Preciado publica hoy un interesante análisis de estos días de campaña. Para mi gusto se le pasaron de largo algunas cosas.
Desconozco si la campaña aún no toma vuelo, pero se me hace que los candidatos lo están tomando con mucha calma. Habría que ver si esa calma deriva de la frialdad y el cálculo, de la confianza o si es simplemente indiferencia.
La realidad es que a excepción de dos, los demás candidatos son simples comparsas, que saben que no van a ganar jamás y que simplemente compiten para cubrir el expediente y para efectos de justificar gastos y prerrogativas.
Respecto a los únicos dos que tienen posibilidades de ganar, me ratifico en lo dicho hace ya casi tres años: El PRI tiene posibilidades reales de ganar la alcaldía de Merida, toda vez que cuenta con un candidato, que es lo mejor que había disponible en la baraja partidista. Pero las cosas no son tan simples: si el tricolor quiere hacerse de la joya de la corona, su abanderado debe ser audaz e innovador y hacer una campaña diferente de lo que este instituto político acostumbra. Nerio debe entender que las cosas buenas cuestan y estar dispuesto a pagar el precio de sus sueños.
En cuanto al PAN, considero que Mauricio Vila debe tomar distancia no sólo de la administración municipal en turno, sino hasta un poco de su propio partido para su beneficio y tratar de ser más él.
Vila debe centrarse más en definir sus propuestas y portarse serio. No tiene el carisma ni la gracia de Raul Paz y aunque mucho de lo que intentó como diputado tenía para mi gusto ribetes populistas, no es lo que se dice, el candidato más a modo para ponerse a bailar y a contar chistes, a más que a la ciudadanía esos desplantes ya nos caen como purga de casi cualquiera.
Vila debe ampliar los nombres de los estrategas y operadores de que dispone el blanquiazul y no darse el lujo de desdeñar a nadie. Sus coordinadores deben entender que la operación política cuesta y si no lo entienden, ya tendrán tiempo para lamentarse.
Dos meses de campaña se irán volando, el que haga gala de mayores dosis de sensibilidad, ingenio y audacia, se llevará el premio.
Si las elecciones fueran una quiniela, ¿a quien le apostaría?
Desconozco si la campaña aún no toma vuelo, pero se me hace que los candidatos lo están tomando con mucha calma. Habría que ver si esa calma deriva de la frialdad y el cálculo, de la confianza o si es simplemente indiferencia.
La realidad es que a excepción de dos, los demás candidatos son simples comparsas, que saben que no van a ganar jamás y que simplemente compiten para cubrir el expediente y para efectos de justificar gastos y prerrogativas.
Respecto a los únicos dos que tienen posibilidades de ganar, me ratifico en lo dicho hace ya casi tres años: El PRI tiene posibilidades reales de ganar la alcaldía de Merida, toda vez que cuenta con un candidato, que es lo mejor que había disponible en la baraja partidista. Pero las cosas no son tan simples: si el tricolor quiere hacerse de la joya de la corona, su abanderado debe ser audaz e innovador y hacer una campaña diferente de lo que este instituto político acostumbra. Nerio debe entender que las cosas buenas cuestan y estar dispuesto a pagar el precio de sus sueños.
En cuanto al PAN, considero que Mauricio Vila debe tomar distancia no sólo de la administración municipal en turno, sino hasta un poco de su propio partido para su beneficio y tratar de ser más él.
Vila debe centrarse más en definir sus propuestas y portarse serio. No tiene el carisma ni la gracia de Raul Paz y aunque mucho de lo que intentó como diputado tenía para mi gusto ribetes populistas, no es lo que se dice, el candidato más a modo para ponerse a bailar y a contar chistes, a más que a la ciudadanía esos desplantes ya nos caen como purga de casi cualquiera.
Vila debe ampliar los nombres de los estrategas y operadores de que dispone el blanquiazul y no darse el lujo de desdeñar a nadie. Sus coordinadores deben entender que la operación política cuesta y si no lo entienden, ya tendrán tiempo para lamentarse.
Dos meses de campaña se irán volando, el que haga gala de mayores dosis de sensibilidad, ingenio y audacia, se llevará el premio.
Si las elecciones fueran una quiniela, ¿a quien le apostaría?
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