LA MUJER DEL PUERTO

Sus ojos sin edad,
su nombre incierto,
resaltan su pesar;
su sufrimiento.

Sonrisas ya no hay,
todo es silencio;
su rostro es un erial,
lleno de muertos.

Oscura siempre va,
ebria de invierno;
ya nunca volverán,
los buenos tiempos.

Los besos quedarán,
fríos de miedo;
sin conseguir resucitar,
a la mujer del puerto.



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