La Vecina

Tenía una sonrisa clara la vecina,
una cintura breve
y apariencia tan desvalida;
tenía piernas de infarto la vecina,
una mirada dulce
y una sonrisa muy colorida;
tenía sangre en el alma la vecina,
la confianza rota
y la voluntad perdida;
tenía miedo de todo la vecina,
sufría mucho de insomnio,
al cielo un amor pedía;
Llegó un día a mi vida la vecina,
yo le brindé esperanza
y cerré con besos sus heridas;
mentía muy fácilmente la vecina,
falsificaba promesas,
los juramentos fingía;
me hizo pedazos los sentimientos la vecina,
con su silueta sinuosa,
con sus traidoras falditas;
Oraba con fervor por la vecina,
pero después de tan artera intriga,
yo, que le rogaba a Dios que la cuidara,
hoy le exijo al Señor que la maldiga...

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