La Bella Durmiente

La Bella Durmiente
ha tiempo que duerme,
no se sabe
la causa exactamente;
se ignora si se trata
tan solo de un juego,
de una siesta breve
o de un simple ensayo
teatral de la muerte.
La Bella Durmiente
ha tiempo que duerme
y la gente,
no sabe si ese sueño
es algo natural
o se indujo artificialmente;
nadie sabe si al dormir,
la princesa sufre o se divierte,
si sueña con ángeles
o con hombres de nieve.
La Bella Durmiente
ha tiempo que duerme
y su letargo impide
que las hadas vuelen,
que las aves canten,
que las flores tiemblen;
tan amplio descanso
la noche sostiene
y logra que las sombras,
su imperio celebren.
La Bella Durmiente
ha tiempo que duerme
y no se ve que el alba
a su alcoba llegue,
no se atisban rastros
de ningún jinete,
ni se avistan magos
que hechizos intenten;
todo es gris y oscuro,
omiso y silente.
La Bella Durmiente
ha tiempo que duerme
y su cara está llena
de un rubor tan tenue,
su pecho se agita
de modo tan leve,
que sus tersos labios
un beso prometen,
a quien con audacia
hasta su dosel se acerque;
es hora que la Bella Durmiente,
por fin se despierte...

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